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Historias en Comprimidos
La Botica bonaerense 
Farm. Dr. Marcelo Feijoo

La historia de los medicamentos hace parte del devenir del hombre y de la historia de la medicina. Desde que existe, el ser humano sufre, se enferma e ineludiblemente muere; desde sus comienzos los homìnidos nómadas y los agrícolas sedentarios, buscaron una explicación a los fenómenos y una solución a sus males. El pensamiento mágico, más acentuado en las tribus y en las más antiguas civilizaciones, hizo importante el poder de los conjuros y la influencia de los dioses sobre las pócimas. Curar era fuente de autoridad y prestigio, en general una tarea reservada a los sacerdotes y magos. Pero alguna curiosidad intelectual debió generar la observación de los animales que rehuían las plantas venenosas, o que comían determinadas hierbas cuando sufrían de algún mal específico. Poco a poco se fueron señalando propiedades varias a dichas plantas, ya fuesen sus flores, corteza o raíces, y aparecieron los primeros listados para unas enfermedades de diagnóstico tan confuso como absurdas eran las indicaciones y la manera de aplicar esas hierbas. Con algunas excepciones, hasta que Paracelso introdujo en terapéutica las sustancias inorgánicas, los medicamentos eran hierbas. Los más inquietos estudiosos del tema (el Emperador Rojo, Mitridatos, Dioscòrides, Plinio el Viejo) o eran eruditos o al menos, conocedores de la botánica; unos vivieron obsesionados con el temor de morir envenenados, otros ayudaron a construir lo que luego se llamó la “Materia Medicamentosa “.  Por lo tanto, desde la edad Antigua, Media, Moderna, la Medicina Científica del Siglo XIX y la Ciencia e Industria del Siglo XX el medicamento fue desarrollándose hasta nuestros días.

Con la llegada de los europeos a nuestras tierras introdujeron, entre otras cosas , también la ciencia de curar y medicar. La primera fue la reconocida Droguería y Botica “LA ESTRELLA”, situada en Alsina y Defensa desde 1834, y su propietario fue Silvestre Demarchi e hijos, los cuales establecieron sucursales en San Nicolás, Córdoba, Rosario e incluso en Montevideo Uruguay.

Luego con el devenir de la historia se crearon organismos de contralor como la OMS, OPS, y actualmente organismos comerciales como el Mercosur ,con su parlamento dando ellos origen a Leyes, disposiciones, reglamentos , y todo tipo de especificaciones para el movimiento de productos farmacéuticos. Además de organismo privados formados por científicos, industria farmacéutica , entidades regulatorias de las que emanan guías para las buenas prácticas profesionales.

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Historia de los Recipientes en la Farmacia
Parte II

La preparación y conservación de medicamentos en el mundo árabe

Con el avance de los conocimientos, las técnicas de preparación del medicamento se habían hecho más laboriosas, requiriendo mucho tiempo de dedicación y habilidad. El médico, como consecuencia, se vio desbordado de su cotidiano trabajo, comenzando por ello a delegar en otras personas la función de preparación del medicamento, para dedicarse por entero al diagnóstico y tratamiento de sus pacientes. Según autores, donde comenzó esta diferenciación real entre la función del médico y la del farmacéutico fue en el Islam medieval, allá por el año 1000. También en el Islam medieval se produjeron importantes innovaciones cerámicas, destacando el vidriado estannífero y la loza dorada, importada a Al-Andalus desde el siglo X, y luego imitada con gran éxito, 1º por Málaga, y después por Manises. El tipo de bote de cerámica de botica más antiguo que se conserva en los museos es el albarelo. Su origen es persa, iniciándose su uso desde aquella época, y manteniéndose durante siglos, siendo el prototipo de bote de botica. Su nombre deriva de la palabra persa al-barani, o bote para drogas o especias. En el Museo de la Farmacia Hispana se conserva un albarelo persa del siglo XI, y puede verse otro del siglo XII, de loza dorada. Se observa que los albarelos más antiguos que se conservan, proceden de la misma época que los autores señalan como comienzo de la diferenciación de funciones médico-farmacéuticas. El preparador de medicamentos surgió como ayudante del médico, descargándose éste de dicha función. Un médico persa que defendió esta diferenciación fue Rhazés (al latinizar su nombre), que está considerado como el más importante del Islam medieval. Su opinión era: Para el médico que se respeta, no cabe otra cosa que la prescripción de dietas y remedios; mas no se le ha de ocurrir hacer algo con las manos, tal es nuestro entender. Ahora bien, aunque su elevada posición social le permitiera tener ayudantes para no elaborar fármacos personalmente, es casi seguro que las normas de la preparación fueron dictadas por él. Es evidente que dado su enorme prestigio, su postura de diferenciar las dos funciones sanitarias sería un ejemplo a seguir para sus colegas. Para el entendimiento entre médicos y farmacéuticos se crearon los formularios de los hospitales, con la forma de componer los medicamentos, y también una especie de códigos farmacéuticos llamados al-akrabadin (grabadín, al latinizarse), en el que describían las operaciones farmacéuticas que se necesitaban efectuar. El más importante de ellos fue el conocido con el nombre de Cánones de Mesué, también muy conocido y empleado en la cristiandad, estando considerado durante mucho tiempo como el evangelio de los farmacéuticos. Respecto a la preparación de fármacos en Al-Andalus, Avenzoar, nacido en Peñaflor y fallecido en el s. XII, defendió la separación medicina-farmacia. Su elevada posición social, de médico de cámara de los príncipes almorávides y luego de los almohades, le permitió ejercer como médico de consulta, y desdeñar las tareas prácticas de farmacia, que consideraba propias de los ayudantes de médico. Dado su prestigio, su postura sería imitada por sus colegas. Hay datos escritos de que también en el s. XII se comenzó a fabricar loza dorada en Al-Andalus, al transmitirse las innovaciones orientales. Los albarelos más antiguos elaborados en Europa conocidos son de origen hispanomusulmán, y del siglo XIII. Los autores los asignan a Málaga, que fue el centro alfarero hispanomusulmán antiguo más importante; pertenecía al reino nazarí de Granada, alcanzando ya gran fama su loza de reflejos metálicos dorados en ese siglo, continuando en auge en el siglo XIV, para decaer en el XV, siendo conocida su producción con el nombre genérico de obra de Maliqa. Una de las imágenes muestra un albarelo de loza dorada nazarí, elaborado en Málaga en el s. XIV, que se conserva en el Instituto Valencia de Don Juan.

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